Me llamo Rosa.
Lo más importante en mi vida es que estoy viva y soy libre.
Pero eso hay que matizarlo…
Me puse a nacer y ya salí liada al mundo. Liada y morada con eso que nos pasa a muchos que nos enfuruñamos por aburrimiento y nos dedicamos a jugar aunque corramos peligro:
“¿Qué es esto? ¡Ohh! !Un cordón umbilical. Me lo lío a ver qué pasa…!”.
O sea, nos enredamos con lo que nos pille más cerca aunque estemos en condiciones de protección extrema como es en el interior de una madre.
Eso nos hace ya salir con el ay en el pecho, como que no llegamos y como que todo es confuso y negro cual las tierras del lejano Mordor.
En el fondo, es una suerte nacer así porque vienes con una gran evidencia de serie: lo que está fuera es necesario para vivir, aunque nos empeñemos en decir lo contrario.
Lo de liarse nos pasa a los que nos movemos mucho, a los inquietos, a los que hacemos de cada acto de nuestra vida un acto de rebeldía:
¿Cómo?… ¡Que dicen que eso es así! Pues yo, al revés.
Así es día sí y día también. Preguntad a mis padres – a los que, de paso, les envío toda mi gratitud y amor-. No es fácil tener una hija así.
Algunos detalles de mi biografía que avalan la rebeldía:
Sentencias de médicos como “Irá en una silla de ruedas”, “No puede tener hijos”, “Orientación diagnóstica: linfoma”, junto a voces del tipo: “Nunca harás nada en la vida, no serás nada ni nadie”, han sido sentencias que han modelado mi experiencia vital y la de mis personas queridas acallando las voces que decían todo lo contrario.
¡A rebelarse!
No he desarrollado un linfoma, no voy en silla de ruedas y tengo una preciosa hija que se llama Fiona (que significa algo así como “lo claro”).
A estas alturas de vida no creo que quiera ser nada o nadie, más bien deseo seguir viviendo como sea, sin etiquetas.
Sinceramente creo que el resultado de una vida sólo se puede ver junto a los créditos finales y me gustaría que la mía tuviera el colofón más hermoso y luminoso que pueda construir. Ya te contaré.
Soy filóloga, lo que quiere decir que me interesa la palabra.
Soy escritora, lo que quiere decir que me gusta producir historias.
También soy editora, desde que en el año 2021 decidí autopublicarme y vender en ferias y mercados al abrigo de un proyecto que he llamado Madame Rose Gold. Actualmente intento abrir el proyecto a otros autores. Te invito a visitar la página y sus redes para saber más.
Soy lectora, visionadora de películas y preguntadora oficial de historias, lo que quiere decir que me gusta que me cuenten cuentos y, si es posible, que no sean de miedo.
Soy orientadora seitai, lo que significa -como introducción- que me interesa el movimiento y la forma en que éste va tejiendo la propia historia personal, respetando o entorpeciendo el movimiento espontáneo: nuestra particular forma de movernos en el mundo.
Me inspira conectar con otros a través de la simplicidad, de la palabra, del gesto o del abrazo, de la poesía de la vida. También me maravilla observar el infinito de la creación humana, esa esperanza para el ser tan conectada a la naturaleza y a otros seres vivos.
¿Qué encontrarás aquí?
“El ovillo”, un lugar para las actividades -en red o en espacios itinerantes- que giran en torno a las historias y el movimiento, los dos pilares de mi trabajo.
¿Por qué “el ovillo”? En la vida no todo tiene que tener una razón. Es un nombre bonito que invoca espacios cálidos.
Pero no se acaba: ¿Qué más encontrarás?
Las obras que he escrito ya sean en colaboración o no. Son libros que buscan moverse por el mundo. Veremos cómo lo hacen.
Y, por si no tienes bastante:
Un blog en el que podrás ir siguiendo las distintas actividades, talleres y proyectos y al que te recomiendo que te suscribas si te interesa mi trabajo.
Te voy a agradecer eternamente que lo hagas y mis abrazos, dicen, son cálidos e inolvidables.
Te doy las gracias por haber llegado hasta aquí.
Por eso te hago participe de una de mis intimidades más queridas:
Es la hora en que todos duermen. Sólo por el hecho de que ya no soy necesaria, renuncio, me excuso de mi presencia en el mundo y observo la cálida sensación que llena mi interior. Únicamente es aire, sólo es ese algo que permite que se realicen ciertas funciones vitales pero eso, sea como sea que lo definamos, está ligado a mi sensación de estar viva.
Respirar, abrir el pecho y aceptar el exterior es el primer y más sencillo acto de libertad ante el mundo.