Empiezo una serie de lo que llamaré «apuntes seitai» y que constará de :
- cultura seitai de H. Noguchi y K. Mamine,
- lo que va pasando en “el ovillo”,
- mis propias observaciones.
(Puedes acceder a todos los enlaces más cómodamente desde «apuntes seitai«)
Lo primero, el agradecimiento a los que se dedican a mostrarnos con su creación y su propia vida, una forma más fácil y ligera de relacionarnos con nosotros mismos y con nuestro entorno.
Ese agradecimiento tiene forma de amor, de respeto y de reconocimiento. Pero, lo más importante, es un hilo de conexión profunda y eterna.
En nuestro interior, quizás todos estemos solos. La membrana que separa nuestro cuerpo del entorno puede ser extremadamente estanca o más permeable y si, en ese límite que es nuestra piel, encontramos un camino delicado, respetuoso y profundo, nos va a parecer todo más llevadero. Podremos manifestar a los demás la gran inmensidad que supone el sentirnos vivos, respetar la diferencia y ejemplificar la belleza de cada rostro, de cada experiencia vital, en este espacio-tiempo, que nos ha tocado vivir.
Gracias a Haruchika Noguchi, por ser el fundador de la cultura seitai, por sus cuidadas observaciones y su vida en el mundo. También por sus aportaciones acerca de la salud y de la responsabilidad que tenemos en el mantenimiento de ésta y que abren una gran puerta al tema de no dejar exclusivamente la salud -psíquica o física- en manos de algo externo a nosotros.
Gracias por su perspectiva visionaria que ha aportado nuevas dimensiones a conceptos como el acompañamiento, el movimiento, el diálogo interior, la comunicación con nosotros mismos y con otros seres y, por extensión, con nuestro entorno.
Gracias por idear unas prácticas tan sencillas como katsugen undo y yuki que no están teñidas de nada ideológico, religioso, trascendental ni hermético: son pura y sencilla forma respetuosa de acercarnos a nuestro estado y al de otros , en el grado y con el color que cada uno desee darle.
Gracias a Katsumi Mamine por dedicar toda su vida al seitai y dotar de cuerpo a las observaciones de H. Noguchi con la creación de términos como “CVP” (cevepé) y “osei” sobre cuya base poder seguir trabajando en la profundidad conceptual de las apreciaciones de Noguchi. Gracias, también, por haber venido a Barcelona y haber formado espontáneamente un equipo donde no hace más que manifestarse y florecer la cultura seitai. Gracias por habernos permitido experimentar que ese saber se enraiza en la práctica, que se manifiesta con el pasar de los días. No sólo es algo para ser explicado sino algo para vivir, para vivir mejor.
Gracias a todos los que acompañaron en un primer momento a K. Mamine aquí en Barcelona. A algunos no los conozco pero me llegan sus ecos.
Gracias especialmente a Francisca Garrido, la gran mujer que ha estado desde el principio y a Maite Fuertes, la otra gran mujer desde los inicios.
Gracias a dos compañeros-seitai que han posibilitado, sin imponer, que se desarrolle en mí la inmensidad de una vida, la grandeza de todas las emociones para ser vividas, la percepción de que eso es vivir, y no lo que otros digan. La evidencia de no tener que ser nada más que lo que soy, esté enferma, alegre o triste, dolorida o aliviada, sola o acompañada: todo pura experiencia susceptible de ser vivida como es, hasta que en mí se agote la vida. Son Nuria Padrós, que me mostró los inicios, e Iván Nieto, que me mostró las profundidades. Ambos con una delicadeza y respeto que ha dejado en mí una referencia para relacionarme profundamente con otras personas y conmigo misma.
Gracias a mi hija Fiona que ha permitido que observe la vida que en ella hay mostrándome todo su explendor. Compañera de dificultades, de alegrías y de vida. Ella: milagro y maravilla.
Gracias a mis hermanos porque, a pesar de expresarme torpemente y vivir fuera de lo usual, siempre me han acompañado y respetado, dejando algo más abierto mi camino.
Gracias a mi padre y a mi madre por todo lo que han hecho y siguen haciendo por mí, por ser siempre generosos, comprensivos y por haber hecho que viva, que siga viva, que siga viviendo. No sé expresar la emoción que siento al respecto sólo sé que es grande y hermosa.
Gracias a mis amigas: los grandes regalos del destino.
Y gracias a todas las personas que están ahora a mi lado, que están presentes en mí: nuestras vivencias se juntan y observo, junto a ellas, que sigue floreciendo en mí la primavera y que mi movimiento vital sigue siendo la expresión de la grandeza del estar viva.