(Esta carta es la respuesta a otra que encontrarás en «querida verde«)
Querida Rosa,
Antes de que se me olvide: también te quiero.
A ver… Sé que no habrás leído mi carta todavía, la que te envié en un e-mail. Ésta te llegará y tampoco la leeras (o lo harás cuando encuentres ese tiempo-espacio en el que «contactes con» o «te llenes de» mis mensajes). Mientras tanto, yo voy haciendo, que a ti se te amontonan las cosas y es como si no pasara nada y ya sabes que yo no lo siento igual. También sé que lo respetas («Doña Respeto») y lo agradezco, aunque haga bromas,… que si no parece que todos tengamos que ser profundos o ser no se qué y no es el caso. Además, si yo me levantara tan temprano sería para correr, no para «hacer el fantasma» (permíteme la broma ya que tú no dejas de hacerla con mi nombre :-p)
De todas formas, te recuerdo que tienes un blog de acceso público y que yo soy de las primeras que me suscribí a las entradas (o sea, la incógnita del sobre cerrado al carajo) (Qué poco calculadora eres madre mía!!!).
Continúo: He leído el contenido de la carta y ya sabes lo que haré con la pluma y con el escrito… a la papelera del escritor. Por eso me lo envías ¿verdad?
¡Oh!, ¡perdona!… que quedamos en que no hablaríamos la una de la otra en estas cartas… que sólo expresaríamos lo que sentimos en nuestro interior, que cada uno tiene su manera, que para eso somos diferentes y que nadie tiene la llave de la sabiduría: cada uno tiene la suya propia y lo más honesto es hablar desde su experiencia de esas intimidades o desde la observación respetuosa. Se siente.
Pues, a propósito de ellas, yo acabaré rápido: No tengo la necesidad de esos espacios íntimos o no de la misma manera que lo manifiestas en tus escritos. Reconozco que en algún momento me ha sido útil ser consciente de que lo que se mueve dentro de mí conecta con la VIDA, así en mayúsculas… Han sido momentos de debilidad física. Han sido ocasiones en las que tenía mis movimientos muy limitados -como por ejemplo, con la operación y el reposo que me hicieron guardar cama durante tres semanas-. Es verdad que me hubiera deprimido si no tuviera esa herramienta que me mostraste -que no sólo tenemos un recurso para reaccionar ante las situaciones- porque me creía inútil, paralizada, muerta… Así que ahora sé que esos espacios íntimos son, también, los que voy usando a pesar de que no sean los que más me caracterizan. Espacios itinerantes. Quizás tenga que usar otros cuando sea más vieja… ya te diré.
En general, mis espacios íntimos los construyo a medida que camino, que corro o me desplazo, que concreto mis proyectos. Sabes que soy práctica y sé que eso a ti te suena a chino. Ojalá pueda seguir así toda mi vida, moviéndome por paises extraños y remotos, desplazándome y buscando la evidencia de la diferencia que tú tanto respetas y defiendes en tus escritos. Por cierto, tengo que enviarte unas fotos de otra especie no documentada de molusco… Te las enviaré por e-mail y las abres cuando quieras (aunque, para entonces, ya estarán documentadas). Son formas extrañas en las que se observan criaturas fantásticas, fruto de la diversidad maravillosa que ilustra la vida y que de alguna forma también tú y yo expresamos.
Estaría bien saber lo que sienten al respecto azul, lila y gris… ¡Los echo de menos!
Te escribiré pronto (literal),
Adios
Verde
Soy Rosa, la del blog, Salgo de la carta para decirte que:
De nuevo, gracias por estar aquí.
Puede leer más en «espacios íntimos» y «buzones interiores» de «el ovillo» para entender de qué va esta actividad. .